Vainilla
Hay aromas que automáticamente generan respuestas: el chocolate caliente después de una noche de “farra… el yodo que anticipa el mar y la playa… la vainilla de tu piel antes de poseerte
Esa vainilla que huele al frío metal de las esposas con que atenazo tus muñecas; huele al hielo que derrito en tus erizados pezones; huele al cuero de mis guantes azotando tus nalgas; huele a la saliva de tu boca en mi sexo embrutecido; huele a humores desbordándose de tu coñito; huele a la mesa negra donde te deposito para atarte las piernas; huele a mis dedos abriéndote, huele a la lujuria con que me insinúo en ti… y huele a tus gritos: fóllame de una puta vez, cabrón.
Ahora, cuando tus manos me aferran los huevos y limpias con tu lengua hasta la última gota de mi en ella, ahora, apenas hueles a vainilla… Ahora como loba del macho alfa, hueles a mi.
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